La trigonometría y el canto de los grillos

Seguramente te pasado que durante una calurosa noche de verano no puedas dormir porque el insistente canto de un grillo te lo ha impedido. Es sorprendente la nitidez con la que podemos escuchar el canto de los grillos durante estos días. Hasta parece que el sonido llega con mayor intensidad que en otras ocasiones, cuando hay frio y está bromoso el clima.

Y en efecto, así ocurre. En el aire caliente, el sonido viaja a mayor velocidad. Esto se debe a que las moléculas del aire se mueven más rápido, permitiendo que las ondas de comprensión del sonido se desplacen a mayor velocidad.

Al igual que el sonido, la luz es una radiación electromagnética de naturaleza ondulatoria, pues su propagación en un medio se realiza a través de ondas u oscilaciones periódicas.

Cualquier factor que aumente (o disminuya) la velocidad natural de las moléculas del aire, aumenta (o disminuye) la velocidad del sonido en el aire.

Así, las salas de concierto se construyen evitando el fenómeno de la interferencia (entrecruzamiento de ondas en oposición de fase) que daría lugar a zonas de silencio en el recinto; la interferencia de onda luminosas permite explicar también por qué sólo percibimos una policromía parcial en las pompas de jabón.

El análisis de los fenómenos acústicos y luminosos se facilita empleando gráficas y propiedades de las funciones seno y coseno. Ondas luminosas o eléctricas, o sonidos simples o complejos – como el de un violín o una orquesta- pueden representarse y estudiarse mediante graficas directas o compuestas de estas funciones trigonométricas.

Fuente:
Ruíz, J. (2014). Geometría analítica. (2 ed.) (pp. 28,29) México: Patria.